lunes, 13 de diciembre de 2010

Jorge Yabkowski - "Retomamos el camino de Burzaco"

A lo largo de la historia moderna la tensión entre autonomía y subordinación a la representación politica ha atravesado a los movimientos sociales, en particular el de los trabajadores. La caida del socialismo real y la reintroducción del capitalismo salvaje en China (hechos que ocurrieron sin resistencia de los sindicatos subordinados al partido de Estado) parecían haber cerrado esa polémica. El formato del Foro Social Mundial expresaba esta nueva concepción.

Sin embargo, la llegada al Gobierno de sectores politicos progresistas en América Latina reabrió el debate. Lamentablemente, éste muchas veces se dió en el plano de "cuan progresista era realmente tal o cual gobierno" (lo que es totalmente válido) sin discutir antes cuál es el rol histórico de los sindicatos y los movimientos sociales.

Estando intactas y hasta a veces fortalecidas las fuerzas del capital concentrado la subordinación acrítica a un gobierno y/o partido, por más revolucionarios que estos fueren, desmoviliza a las fuerzas sociales que pueden darle pelea.

La discusión no está, entonces, en cuan cerca o lejos del Gobierno se está, sino en como se moviliza de manera autónoma para ampliar el horizonte de la lucha por los cambios.

En ese sentido el sector liderado por Hugo Yasky había perdido hace rato el rumbo. Las fotos con Moyano, la subordinación al pejotismo incorporándose al elenco estable de los aplaudidores de Olivos le dolió a Yasky y su gente (Baradel, Depetri, Wasiejko, Paulón) sólo al principio. Cruzada la frontera de renegar de los principios fundacionales de la CTA ya todo valía.

Este proceso de descomposición se terminó el 9 de diciembre. Ya no tendremos que perder horas en explicar a nuestros compañeros que hace Yasky aplaudiendo cualquier cosa en Olivos sin discutirlo más que con su almohada.

¿Una CTA más débil?

Transitoriamente puede ser en lo numérico. Pero ¿de qué le servía a los trabajadores una unidad ficticia que tenía a la Central inmovilizadada y a la cola de los caprichos del Gobierno?

Yasky no daba la oportunidad de debatir siquiera las medidas que la CTA debía apoyar, así sea de manera crítica. Ni que hablar cuando se trataba de políticas que ameritaban el rechazo, como la farsa del INDEC o la movilidad jubilatoria trucha.

La batalla por la legalidad y el nombre de la CTA es importante y la vamos a dar. Pero lo central es la conquista de la voluntad de millones de trabajadores que hoy necesitan un canal de expresión, de movilización, de organización democrática y autónoma.

El 23 de septiembre y el 9 de diciembre retomamos el camino de Burzaco, la Marcha Federal, la marcha de los Chicos del Pueblo, la consulta del FRENAPO, el 19 y 20 de diciembre de 2001 y el entierro del ALCA en Mar del Plata. Los caballos de troya no pudieron con la CTA.

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